Ayer fue el cuerpo de otro, hoy es mi cuerpo: Proverbio japonés y significado

Proverbios

Pronunciación de “昨日は人の身、今日は我が身”

Kinō wa hito no mi, kyō wa waga mi

Significado de “昨日は人の身、今日は我が身”

Este proverbio significa que la desgracia o el desastre que le sucedió a alguien más ayer podría sucederle a uno mismo hoy.

Expresa que el destino humano es impredecible, y la desgracia puede visitar a cualquiera. En lugar de pensar “no tiene nada que ver conmigo” al ver la desgracia de otros, enseña que debemos mantener una actitud humilde pensando “lo mismo podría pasarme mañana.”

Este proverbio se usa principalmente al presenciar la desgracia o dificultades de otros. Al ver personas sufriendo por accidentes, enfermedades, desempleo, desastres, etc., expresa la mentalidad de aceptar tales situaciones como algo que podría sucederle a uno mismo en lugar de descartarlas como el problema de otra persona. También se usa para fomentar la simpatía y el apoyo mutuo hacia quienes lo necesitan. Incluso hoy, esta expresión se entiende como palabras que demuestran la importancia de la compasión en las relaciones humanas y una actitud humilde hacia la incertidumbre del destino.

Origen y etimología

Se cree que el origen de “Ayer fue el cuerpo de otro, hoy es mi cuerpo” se estableció como una expresión didáctica que ha sido transmitida entre el pueblo japonés desde tiempos antiguos. Este proverbio está profundamente conectado con el sentido de impermanencia de Japón, que fue influenciado por el pensamiento budista.

El budismo enseña “todas las cosas son impermanentes,” con la creencia subyacente de que todo continúa cambiando. Los japoneses han experimentado a lo largo de su larga historia la realidad de que el destino humano también es cambiante – una persona que es feliz hoy puede volverse infeliz mañana, y viceversa.

Particularmente en Japón antes del período Edo, no era raro que las vidas de las personas se transformaran completamente por desastres naturales, guerras y epidemias. Incluso en el mundo samurái, frecuentemente sucedía que familias que disfrutaban prosperidad ayer caían en ruina hoy.

Contra este trasfondo social, las personas llegaron a mantener sentimientos humildes de “podría ser mi turno mañana” al ver la desgracia de otros. Al mismo tiempo, también se fomentó la simpatía hacia quienes estaban en problemas y el espíritu de asistencia mutua. Se cree que este proverbio se extendió ampliamente entre la gente común como palabras que expresan tal mentalidad japonesa.

Ejemplos de uso

  • Después de ver noticias sobre un incendio en el vecindario, pensé “Ayer fue el cuerpo de otro, hoy es mi cuerpo,” así que decidí revisar mis suministros de preparación para desastres
  • Al escuchar sobre un amigo siendo despedido, sentí que “Ayer fue el cuerpo de otro, hoy es mi cuerpo” y me hizo sentir más alerta

Interpretación moderna

En la sociedad moderna, el significado de este proverbio se ha vuelto más multicapa. Con el desarrollo de la sociedad de la información, los desastres, incidentes y desgracias personales de todo el mundo ahora nos llegan en tiempo real. En las redes sociales, la situación difícil de alguien se comparte diariamente, aumentando dramáticamente las oportunidades de experimentar “Ayer fue el cuerpo de otro, hoy es mi cuerpo.”

Particularmente durante eventos a gran escala como pandemias, desastres naturales y crisis económicas, la verdad de este proverbio se destaca. Con la propagación del COVID-19, lo que inicialmente era “un evento en un país lejano” rápidamente se convirtió en una realidad que amenazaba nuestras propias vidas. Muchas personas probablemente reconocieron de nuevo la incertidumbre del destino a través de esta experiencia.

Por otro lado, la sociedad moderna muestra una tendencia hacia el individualismo y volverse indiferente a las desgracias de otros. Sin embargo, esto también podría decirse que es por qué el valor de este proverbio está siendo reevaluado. En una era de globalización avanzada, donde eventos del otro lado de la tierra afectan directamente nuestras vidas, la frontera entre “el cuerpo de otro” y “mi cuerpo” se está volviendo cada vez más borrosa.

En tiempos modernos, este proverbio se entiende no solo como fomento de la simpatía sino también como palabras que enseñan la importancia de la gestión de riesgos y la conciencia de crisis.

Cuando la IA escucha esto

El “ayer” y “hoy” de este proverbio no representan en realidad tiempo físico, sino distancia psicológica. El cerebro humano procesa las desgracias ajenas como “eventos lejanos” y las propias como “realidad inmediata”.

Según investigaciones en psicología, cuando las personas imaginan el dolor de otros, la parte del cerebro que controla la empatía se activa, pero la parte que realmente siente dolor apenas reacciona. Es decir, al escuchar que un amigo se fracturó un hueso solo pensamos “qué terrible”, pero cuando nosotros nos fracturamos algo, el dolor intenso llena completamente nuestra mente. Aunque sea la misma fractura, para el cerebro son eventos completamente diferentes.

Aún más interesante es que esta diferencia cognitiva genera una “ilusión temporal”. Las desgracias ajenas se sienten como “algo que ya terminó”, mientras que las propias se sienten como un “presente eterno”. Por ejemplo, la historia de un compañero de clase que reprobó un examen la escuchamos ligeramente como “noticias de ayer”, pero cuando nosotros reprobamos sentimos que “la vida se acabó”.

Este proverbio señala agudamente la brecha entre el “tiempo subjetivo” y el “tiempo objetivo” que poseen los humanos. Los asuntos ajenos se “convierten automáticamente en pasado”, mientras que los propios se “convierten forzosamente en presente”. Conocer este mecanismo cognitivo podría permitirnos ver nuestras propias desgracias con mayor objetividad.

Lecciones para hoy

Lo que este proverbio nos enseña hoy es la importancia de la humildad y la compasión. Podríamos sentirnos envidiosos viendo personas exitosas en las redes sociales o sentirnos aliviados viendo la desgracia de alguien en las noticias, pero en realidad, nuestros destinos pueden diferir por solo un margen muy delgado.

Tu vida pacífica de hoy nunca es algo que deba darse por sentado. Estar saludable y poder trabajar, tener a tu familia segura, dormir bajo un techo – todas estas son en realidad bendiciones muy preciosas. Este proverbio nos ayuda a notar tales milagros cotidianos.

Y cuando encontramos personas en problemas, si podemos extender una mano amiga con el sentimiento “podría ser mi turno mañana” en lugar de pasar de largo pensando “no tiene nada que ver conmigo,” seguramente el mundo se volvería un lugar un poco más cálido. Tu pequeña bondad podría regresarte de maneras inesperadas.

Este proverbio no está destinado a avivar la ansiedad. Más bien, es un recordatorio gentil que nos ayuda a apreciar la felicidad de este momento y valorar nuestros vínculos con quienes nos rodean.

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