Pronunciación de “自慢の糞は犬も食わぬ”
Jiman no kuso wa inu mo kuwanu
Significado de “自慢の糞は犬も食わぬ”
Este proverbio significa que elogiarse o jactarse de uno mismo no tiene absolutamente ningún valor para otros, y es más bien molesto e insoportable de escuchar.
El autoelogio y las historias jactanciosas pueden sentirse bien para la persona que las cuenta, pero no tienen valor para aquellos que se ven obligados a escuchar—de hecho, son desagradables. Al compararlas con excrementos que ni siquiera los perros comerían, crea una impresión poderosa de su falta de valor.
Este proverbio se usa cuando alguien se está elogiando excesivamente o continúa interminablemente con historias jactanciosas. En lugar de decírselo directamente a la persona, se usa más a menudo entre terceros cuando se encuentran con tal persona, diciendo algo como “Las historias jactanciosas de esa persona son verdaderamente La mierda de la que uno se jacta ni siquiera los perros la comen.” Incluso hoy, esta enseñanza se aplica a varias situaciones, desde publicaciones jactanciosas en redes sociales hasta historias de guerra en el trabajo. En la cultura japonesa, que valora la modestia, se ha transmitido como sabiduría para restringir el deseo de exhibición personal.
Origen y etimología
Aunque los orígenes literarios claros de este proverbio no son ciertos, se conoce como una expresión que se ha usado desde el período Edo. Mirando la estructura de la frase, usa una técnica distintivamente japonesa de expresión irónica que combina los conceptos contrastantes de “orgullo” y “excremento.”
Lo que es interesante es cómo esta expresión utiliza hábilmente los hábitos de los perros. Los perros son omnívoros y normalmente comerían heces, pero la frase usa el significado de que algo es tan inútil que ni siquiera ellos lo comerían. En la cultura común del período Edo, nacieron muchos proverbios que usaban el comportamiento de tales animales familiares como ejemplos.
También, la palabra “jiman” (orgullo/jactancia) en sí misma ha cambiado de significado a lo largo del tiempo. En tiempos modernos, tiende a usarse simplemente para significar “sentirse orgulloso,” pero en tiempos antiguos era una palabra con matices negativos más fuertes como “presunción” o “arrogancia.”
Se piensa que el trasfondo del establecimiento de este proverbio yace en la base cultural de Japón que considera la modestia una virtud. Como una enseñanza que advierte contra la exhibición personal excesiva, se volvió popular entre la gente común y se ha transmitido hasta el presente.
Ejemplos de uso
- Ahí va el gerente otra vez con sus historias de guerra—verdaderamente La mierda de la que uno se jacta ni siquiera los perros la comen
- Sus redes sociales están llenas de fotos de ella misma—esto es exactamente lo que significa La mierda de la que uno se jacta ni siquiera los perros la comen
Interpretación moderna
En la sociedad moderna, el significado de este proverbio se ha vuelto más complejo e interesante. Con la difusión de las redes sociales, ahora tenemos dramáticamente más oportunidades de compartir nuestras vidas diarias y logros. Se ha vuelto normal compartir todo desde fotos de comidas hasta experiencias de viaje y logros laborales en Instagram, Facebook, Twitter y otras plataformas.
Sin embargo, está ocurriendo un fenómeno interesante aquí. Mientras que los valores tradicionales de “La mierda de la que uno se jacta ni siquiera los perros la comen” pueden parecer contradecir la cultura moderna de redes sociales, en realidad vemos nuevas formas de aplicación. Las publicaciones excesivamente jactanciosas reciben pocos “me gusta” o causan que los seguidores se vayan, creando exactamente la situación de “nadie presta atención.”
Por otro lado, la importancia del branding personal y la autopromoción también ha aumentado en tiempos modernos. En la búsqueda de empleo, iniciar un negocio, o actividades freelance, apelar apropiadamente las habilidades y logros propios es esencial. En este caso, se vuelve importante trazar la frontera entre “jactarse” y “autopromoción apropiada.”
Como una lección moderna, este proverbio nos enseña la verdad esencial de que “el valor de uno es determinado por otros.” La comunicación verdaderamente valiosa debe ser beneficiosa para el receptor y evocar empatía.
Cuando la IA escucha esto
Los perros son básicamente omnívoros y no tienen problema en consumir cosas que los humanos consideramos “sucias”. De hecho, los perros practican habitualmente la “coprofagia” —comer heces de otros animales— y se lanzan sin dudarlo sobre comida podrida o basura orgánica. Este comportamiento es una estrategia de supervivencia heredada de sus ancestros lobos, un instinto para no desperdiciar nutrientes.
Sin embargo, este proverbio afirma categóricamente que ni siquiera los perros comerían “excremento de presunción”. Es decir, describe un fenómeno inverso donde la aversión hacia la fanfarronería se sitúa por encima del apetito biológico y el instinto de supervivencia.
Lo fascinante es que el olfato canino es hasta un millón de veces más sensible que el humano, y su juicio basado en olores es extremadamente agudo. Que un perro evite algo instintivamente sugiere que la fanfarronería tiene algún tipo de “aroma” que aleja naturalmente a otros. Desde una perspectiva psicológica, presumir genera sentimientos de inferioridad e incomodidad en quien escucha, creando distancia social.
La genialidad de esta expresión radica en representar el acto más aborrecible en la sociedad humana a través del rechazo del animal más voraz, degradando así la toxicidad social de la fanfarronería hasta un nivel biológico. En otras palabras, la posiciona como una aversión instintiva que precede cualquier juicio racional.
Lecciones para hoy
Lo que este proverbio nos enseña hoy es la importancia de discernir “qué constituye comunicación valiosa.” Incluso si piensas que algo es maravilloso, si no tiene significado para la otra persona, la comunicación verdadera no puede nacer.
Lo que es importante es pausar y pensar “¿Qué valor podría tener esto para la otra persona?” al compartir tus experiencias y logros. En lugar de meras historias jactanciosas, incluye cosas de las que la otra persona pueda aprender o con las que se pueda relacionar. Al hacer esto, tu historia se transforma en “algo que vale la pena escuchar.”
También, mientras este proverbio enseña la virtud de la modestia, la autopromoción apropiada también es necesaria en tiempos modernos. El equilibrio es importante. No hay necesidad de subestimarte, pero quieres evitar expresarlo de una manera que lo fuerce sobre otros.
Lo que es más hermoso es cuando tus logros y experiencias naturalmente ayudan a otros o se convierten en aliento para ellos. Si puedes convertirte en alguien que hace tales comunicaciones, seguramente muchas personas escucharán tus historias. El valor verdadero no es algo que afirmas tú mismo, sino algo que otros reconocen en ti.


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