Daimyo al ir, mendigo al regresar: Proverbio Japonés

Proverbios

Pronunciación de “行き大名の帰り乞食”

Iki daimyou no kaeri kojiki

Significado de “行き大名の帰り乞食”

Este proverbio describe comenzar con gran vigor y lujo, pero quedarse sin fondos en el camino y regresar en un estado miserable.

Se usa particularmente para advertir contra situaciones donde uno se entrega a lujos excesivos al comienzo de un viaje o empresa comercial, solo para encontrarse en dificultades financieras después. Es una expresión de advertencia que enseña la necedad del gasto no planificado y presumir demasiado.

Incluso hoy, esto se aplica a situaciones como gastar demasiado dinero en hoteles de lujo y cenas finas al inicio de un viaje al extranjero, solo para quedarse sin fondos antes de regresar a casa y no poder permitirse una comida adecuada en el aeropuerto. También se aplica a emprendedores que invierten demasiado en oficinas lujosas y equipos para presumir al comenzar su negocio, solo para luchar después con el flujo de efectivo. En esencia, se usa como una expresión irónica que resalta la brecha entre el impulso inicial y la miseria final.

Origen y etimología

El origen de este proverbio está profundamente conectado con el sistema sankin-kotai (asistencia alternada) del período Edo. Sankin-kotai era un sistema donde los daimyo de cada dominio alternaban anualmente entre Edo y sus territorios, sirviendo al shogun en Edo.

“Daimyo al ir” se refiere a la magnificencia de la procesión del daimyo cuando se dirigía a Edo. Para demostrar su dignidad, los daimyo viajaban con séquitos de cientos, a veces más de mil personas, vestidos con atuendos magníficos y formando grandes procesiones hacia Edo. La gente a lo largo de la ruta se postraba en saludo, y la vista era verdaderamente un símbolo de poder y riqueza.

Sin embargo, la parte del “mendigo al regresar” es el núcleo de este proverbio. La larga estancia en Edo y mantener la procesión lujosa requería gastos enormes. Particularmente en el viaje de regreso, habiendo ya gastado vastas cantidades, los fondos a menudo se agotaban, haciendo que el viaje de regreso fuera modesto en marcado contraste con el viaje de ida. Muchos daimyo reducían el número de asistentes, simplificaban sus accesorios y regresaban a sus dominios luciendo como personas completamente diferentes.

Este sistema también era una política del shogunato para drenar los recursos financieros de cada dominio, por lo que muchas familias daimyo cayeron en dificultades económicas, haciendo que el contraste entre los viajes de ida y regreso fuera aún más pronunciado.

Datos curiosos

Se dice que el costo del sankin-kotai era equivalente a cientos de millones a decenas de miles de millones de yenes en el valor actual. Dominios grandes como el dominio Kaga a veces consumían un tercio de su presupuesto anual solo en el viaje de ida y vuelta a Edo.

Permanecen registros de daimyo que realmente se convirtieron en “mendigos de regreso”, pidiendo dinero prestado a sus vasallos o tomando adelantos de comerciantes para de alguna manera regresar a sus territorios.

Ejemplos de uso

  • Seguimos yendo a restaurantes caros al inicio de nuestra luna de miel, pero terminamos en una situación de Daimyo al ir, mendigo al regresar al final
  • Tenía una oficina lujosa cuando comenzó su negocio por primera vez, pero ahora es Daimyo al ir, mendigo al regresar y se mudó a una oficina pequeña

Interpretación moderna

En la sociedad moderna, el significado de este proverbio se ha vuelto aplicable a situaciones más familiares y diversas. Con la difusión de las redes sociales, la barrera para “presumir” se ha reducido, y más personas están haciendo gastos irrazonables para crear la apariencia de un estilo de vida lujoso en plataformas como Instagram.

Particularmente entre las generaciones más jóvenes, ocurren frecuentemente casos donde las personas gastan grandes cantidades en comidas caras y alojamiento para fotos “dignas de Instagram” mientras viajan, solo para sorprenderse con sus facturas de tarjeta de crédito después de regresar a casa. Entre freelancers y emprendedores también, continúan ejemplos de hacer inversiones más allá de sus medios para apelar a su éxito, solo para luchar después con el flujo de efectivo.

Por otro lado, en tiempos modernos, más personas están tratando de gastar dinero sistemáticamente debido a la mejora de la educación financiera. La difusión de aplicaciones de presupuesto doméstico y herramientas de gestión de presupuesto también ha creado un ambiente donde es más fácil evitar situaciones de “Daimyo al ir, mendigo al regresar”.

Sin embargo, la difusión de pagos sin efectivo ha creado nuevos riesgos donde la sensación de gastar dinero se diluye, llevando a gastos excesivos sin darse cuenta. La versión moderna de “Daimyo al ir, mendigo al regresar” podría decirse que es una trampa única de la era digital. Este proverbio continúa funcionando como una lección universal que advierte contra las debilidades humanas fundamentales de la vanidad y la falta de planificación, independientemente de cómo cambien los tiempos.

Cuando la IA escucha esto

La estructura de los daimyō del período Edo que se arruinaban por hacer alarde durante el sankin-kōtai es sorprendentemente similar a la estructura de las personas modernas que caen en la pobreza oculta al crear una “vida para Instagram” en las redes sociales.

Los daimyō formaban procesiones con kimonos lujosos y numerosos sirvientes durante su viaje a Edo para mostrar su dignidad ante otros daimyō y la gente común. Sin embargo, en el viaje de regreso, al quedarse sin dinero, terminaban con una apariencia miserable. En la actualidad, están aumentando rápidamente los casos de personas que continúan publicando fotos de restaurantes de lujo y artículos de marca en Instagram, pero que en realidad están endeudadas hasta el cuello.

Lo interesante es que ambos grupos gastan más allá de sus posibilidades por la “evaluación de otros”. Los daimyō eran evaluados por el “estatus” y las personas modernas por el “número de likes” —monedas diferentes—, pero la esencia es la misma necesidad de reconocimiento.

Aún más notable es que ambos tienen una dependencia de “una vez que empiezas, no puedes parar”. Si los daimyō rebajaban su estatus perdían prestigio, y las personas modernas también tienen el miedo de que si de repente publican contenido modesto, otros pensarán que “han caído en desgracia”.

En otras palabras, el instinto humano de la vanidad no cambia aunque cambien las épocas, y a pesar de que la tecnología y los sistemas sociales evolucionen, continúa atrapando a las personas en la misma trampa. Las redes sociales, este nuevo “sankin-kōtai”, están generando la pobreza oculta moderna.

Lecciones para hoy

Lo que este proverbio enseña a las personas modernas es la importancia de una “forma de vivir sostenible”. Aunque la vanidad temporal y el impulso son necesarios en la vida, es importante estar siempre consciente del equilibrio general para que no lleven al colapso.

Particularmente en la sociedad moderna, la información fluye rápidamente y las oportunidades de compararse con otros han aumentado. En tales tiempos, necesitamos el valor de valorar nuestro propio ritmo y hacer elecciones que se ajusten a nuestras circunstancias. Adquiramos la sabiduría para elegir continuidad sobre lujo, y estabilidad a largo plazo sobre brillantez temporal.

Este proverbio también es una advertencia contra tener demasiado miedo al fracaso. En lugar de no hacer nada por miedo a convertirse en un “mendigo de regreso”, tomar riesgos moderados mientras se gana experiencia hace la vida más rica. Lo importante es aprender de los fracasos y volverse capaz de hacer juicios más sabios la próxima vez. Para aquellos de nosotros que vivimos en tiempos modernos, este proverbio sirve como una valiosa guía de vida que nos enseña el equilibrio entre la planificación y un espíritu de desafío.

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